17 de febrero de 2015

NADIE BESA AL PERDEDOR




Mi vida no es un combate de boxeo,
ni siquiera me subo al ring a pelear
cuando las opciones de vencer son escasas,
siempre arrojo vencido la toalla a destiempo
convencido de que, a la larga, es lo mejor.

Mi vida no es una carrera de fondo,
ni siquiera sé si debo echarme a correr,
siempre pensé que era cosa de cobardes,
ando siempre en círculos, no tengo remedio,
soy hombre de movilidad sentimental reducida.

Mi vida no es una partida de cartas,
nunca apuesto por mí a número ganador,
no hago trampas, no escondo un as en la manga,
me es imposible fingir pasión, alegría o tristeza,
ya lo has visto mil veces, nunca sé ir de farol.

Y luego ando arrastrando mis daños
por las esquinas rotas de la tristeza,
lamentando mi maldita mala suerte,
la brevedad de las rachas de viento favorable,
la nula relevancia del papel de actor secundario.

Pero ya lo dijo una vez Lapido:
a la hora de la verdad, nadie besa al perdedor.

11 de febrero de 2015

TRABAJO DEL DESTINO




A veces quiero decirte que echo de menos tenerte en casa,
que cada día de este invierno apuñala con furia mi pecho
porque sin ti el frío se vuelve enfermedad crónica y duele,
a veces quisiera tenerte desnuda tumbada en la cama
y convertir cada rincón de tu cuerpo en un lienzo vacío
donde escribir todos y cada uno de los versos que me inspiras:


"Que tu abrazo sea la camisa de fuerza de mi locura"

"Plántame en una maceta y ven a lloverme"

"Atraes mis besos con la fuerza de gravedad
de cada uno de los lunares de tu espalda"

"Abre los ojos, ilumina mi madrugada"

"Mi corazón quedó atrapado en el túnel de tu boca"


Pero el tiempo es un asesino de pasados breves y fugaces
y ahora es conveniente que yo sea un silencioso espectador
que observo y tan sólo escribo pensamientos en mi cuaderno,
guiado por una brújula que ni siquiera funciona
o por la rosa de los vientos de tu sexo que recuerdo de memoria.

No. No más versos de ti. No funciona. Que el destino haga su trabajo.


"Sólo me gustas dos veces al año: cuando llueve y cuando no"

8 de febrero de 2015

LÁGRIMA




Resbala.
Corre lenta
acariciando mi mejilla,
lleva en su interior
el salitre del mar,
el recuerdo de tu cuerpo,
la paz de tu voz de brisa,
la tibieza curativa
de tus pechos de canela.
Resbala.
Me grita tu nombre.
Llega hasta mis labios
y me besa,
baja por mi cuello,
sensual,
quiere llegar a mi pecho,
instalarse dentro.
Resbala.
Escuece.
Dicen que así
es como cura todo,
pero yo no quiero
curarme de ti,
que me olvides,
que me silencies.
Resbala.
Resbalas,
entre mis dedos
huyes,
te escapas,
vas a sus brazos
y dejas mi abrazo hueco.
Resbala.
La siento.
Me inunda.
Naufrago en su corriente
vertiginosa,
la pierdo poco a poco
y me pierdo,
me hago olvido.
Resbala.
Sin pedirme permiso,
sin venir a cuento,
haciendo del día lluvia,
frío polar,
nieve en la ventana,
primavera que me esquiva
y no me sacia.
Resbala,
eres tú, es ella.
Toca mi piel
hecha al tacto de tus manos,
arrastra con ella este sinfín
de cosas por hacer contigo.
Resbala.
              Lágrima.
                             Luna.  
                                      Musa.
                                                Tú.

6 de febrero de 2015

MENDIGO




He acallado al volcán que llevo dentro
para que mi explosión de lava ardiente
y las cenizas en que se convierte mi pecho
no empañen tu descanso en la noche.

He cortado mis cuerdas vocales oxidadas
para que esta voz que ya no sientes como tuya
y con la que no concilias el sueño
no enturbie la paz deseada de tus ojos.

He quemado mis huellas dactilares
para identificarme en cada espejo roto
porque no tiene sentido ser yo mismo
si no puedo acariciar tu cuerpo desnudo.

He querido huir de mí mismo y ser otro
para olvidarme de ti y a la vez tenerte,
para que no reconocieras mis besos
y aún así los desearas en tus labios.

He querido ser germen de algo nuevo
para llenar de risas nuevas tus días grises
y lo único que he conseguido al final
es extrañarte en los andenes vacíos de mis días.

Así que bajo este disfraz usado de mí mismo
se esconde aquel mendigo que tanto te quiere,
aquel nómada que busca tu sonrisa de primavera
para que me calme el frío de mañanas como ésta.