17 de marzo de 2015

ELLA ES ELLA




Ella es la musa que todos anhelan,
construye castillos en el aire
con la arena blanca de este invierno
que se escapa fugaz entre los árboles.
Ella es imperfectamente perfecta
y hasta sus defectos la hacen más deseable,
es el paradigma de la belleza,
la definición exacta de pasión y desenfreno,
el significado oculto de un tesoro escondido.
Ella es el mar y hasta su nombre lo detiene,
provoca mareas
y en su voz anida el rumor de las olas
cuando rompen contra el malecón del insomnio,
lleva en su cuerpo laberintos de fuego
y hasta la inspiración se doblega a su paso.
Podría estar hablando de la poesía,
pero es que incluso los versos se vuelven nada
cuando ella los devora entre sus sábanas
haciéndolos pedacitos de olvido y silencio.
Ella es faro en mitad de la noche,
es abrazo esperando ser abrazada,
es calor desvelado y hambre feroz de latidos,
es secreto y afán por sentir.
Ella es única e irrepetible,
no ha pisado este mundo ni lo pisará
una mujer con sus ojos,
tan grandes, tan elocuentes,
una mujer con sus labios,
tan llenos de besos por regalar,
una mujer con su corazón desbocado,
buscando, esperando ser liberada,
con su forma de ver la vida,
tan deprisa, tan sin medida,
con su increíble forma de correrse
y dejar eclipses de luna tras cada orgasmo.
Ella es ella,
es suya y no es de nadie,
es dueña de todo lo que veis porque nada se le resiste,
ella le da sentido al paso del tiempo,
detiene los relojes siempre a la misma hora,
da las campanadas de medianoche
y, con el vuelo de su vestido,
hace salir el sol
y despierta a los trenes dormidos.

13 de marzo de 2015

LA CHICA DEL VESTIDO ROJO





Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
"Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno"
Luis Alberto de Cuenca


La chica del vestido rojo sonríe a la mañana,
bajo sus pestañas lleva esperanzas y presentes
y en su pelo caracolas y olor a brisa marina.
La chica del vestido rojo tiene suave la piel,
en ella dibuja miles de estrellas y yo escribo versos
mientras desnudo su cuerpo como quien desviste
un sueño inalcanzable.
La chica del vestido rojo tiene labios con forma de deseo,
tiene en la voz la dulzura del cielo despejado de Madrid
y el calor del sol de verano al entrar por la ventana.
La chica del vestido rojo no es mía, no es de nadie,
aunque quisiera que sus ojos al despertar
se cruzaran con los míos y nuestras ganas se mezclaran
hasta confundirse y no saber dónde acaba su espacio
y dónde empieza el mío.
La chica del vestido rojo llega mecida por la marea urbana
y yo quiero besarla en cada esquina de la ciudad que nunca duerme,
quererla hasta el día que lluevan ausencias como gotas de rocío.
La chica del vestido rojo se enamora de poemas y canciones,
sus manos canela se enredan confundiéndose en mi pelo
y yo soy como esa fina arena de playa
que recorre sus formas de musa cuando nadie nos mira.
La chica del vestido rojo eres tú
y yo sólo quiero entrar dentro de tus fronteras,
quiero olfatear bajo tu cintura y ser ese murmullo
que te arrulle cuando el silencio de la noche
lo llenemos de caricias y gemidos
y nuestra cama sea el paraíso
donde van a parar los deseos imposibles.

11 de marzo de 2015

ESE LUGAR QUE ERES TÚ




Ese lugar donde se cruzan los caminos rectos
que van a parar al mar,
donde confluyen las fantasías eróticas
de aquellos que te esperan y desean,
donde no existe tiempo ni espacio
y el sagrado misterio de tu sexo
fluye por mis venas mezclado con mi sangre.

Ese lugar donde vuelves a habitar mi cama,
donde pago tributo por mis pecados
atado a la suave cruz de tus brazos,
donde hay una gravedad distinta
en cada lunar de tu espalda
y el origen del universo sólo se explica
si miro al fondo de tus ojos felinos.

Ese lugar donde tú das la paz y la quitas
para desatar una guerra de cuerpos desnudos,
donde no hay más refugio que tu ombligo,
donde la energía ni se crea ni se destruye,
se transforma en tu orgasmo de fuego,
donde tus manos son principio y fin de siglo
y tus piernas los ríos del olvido.

Ese lugar donde tu pelo huele a jazmines,
donde tu risa es banda sonora de mis poemas,
donde la unidad de medida son tus pechos pequeños
con tus pezones del color de la tierra que pisamos,
donde no hay razón para huir si no es
hacia la dulce agonía que provocan tus labios,
donde estás tú y yo estoy estrechando tu sombra.

Yo he estado en ese lugar, que eres tú misma,
y desde entonces no imagino otro destino
que vivir para siempre intentando volver,
aunque me cueste la vida,
aunque sólo lo alcance durmiendo
y al despertar, de nuevo me encuentre de cara
con una realidad que me cuenta que te marchaste.