27 de diciembre de 2012

LA CHICA DEL VESTIDO AZUL


A veces te interrumpo. Tus besos llevan oro,
como las
Noches de Stevenson o de Mardrus.
Son algo tan brillante. Como una nueva infancia.
Luis Alberto de Cuenca

La chica del vestido azul sonríe a la mañana,
en sus ojos lleva sueños y futuro
y en su pelo caracolas y olor a brisa marina.
La chica del vestido azul tiene blanca la piel,
en ella dibuja miles de estrellas y yo escribo versos
mientras desnudo su cuerpo como quien desnuda
un sueño imposible.
La chica del vestido azul tiene labios con forma de deseo,
tiene en la voz la dulzura del Mediterráneo
y el calor del sol al entrar por la ventana.
La chica del vestido azul no es mía, no es de nadie
aunque quisiera que sus ojos al despertar
se cruzaran con los míos  y nuestras pieles se mezclaran
hasta confundirse y no saber dónde acaba su cuerpo
y empieza el mío.
La chica del vestido azul llega mecida por la marea
y yo quiero besarla en la ciudad de los gitanos
el día que lluevan pianos como gotas de rocío.
La chica del vestido azul se enamora de versos y canciones
y sus manos blancas se enredan en mí pelo
y es ahí cuando un síncope de futuro me asalta
y quiero cobrarle a sus labios sus miradas.
La chica del vestido azul eres tú
y yo soy como esa brizna de hierba fresca
que acaricia tu cuerpo desnudo cuando nadie nos mira.
La chica del vestido azul eres tú
y yo sólo quiero entrar dentro de tus fronteras,
quiero oler tu cintura y ser ese murmullo
que te arrulle cuando el silencio de la noche
se llene de besos y gemidos
y una cama sea el paraíso a donde van los corazones puros.