De una larga espera
vienen cansados
mis manos y tus
pechos.
De una distancia de
años
con emoción se
olvidan
tus labios y mis
dedos.
Y al llegar la noche
bajo las mantas
borran
tu ausencia y mi
pérdida.
Y hay gritos,
gemidos,
sudor, caricias y miradas.
De una noche juntos
recuerdan mis ojos
tu cara y tus gestos,
la humedad de las
sábanas
y el calor de los
abrazos.
De sentir el frío
ya no recuerdan lo
malo
tus pies y mis pies,
tu sexo y el mío.
No hay segundos ni
minutos,
el placer dura siglos
y del dolor de tu
partida
no recuerdan apenas
nada
ni mi risa ni tu
orgasmo.