9 de marzo de 2015

RECORDARTE




Ya sé que no es algo nuevo,
que ya me conoces,
soy nostálgico por naturaleza,
que las cosas que son perfectas
no son fáciles de olvidar,
que echarte de menos se ha convertido
en esa extraña forma de amarte
y recordarte.
 
O recordarnos,
porque si cierro los ojos aún puedo verte
con las piernas abiertas y sin bragas,
con mi boca hambrienta
frente al oasis místico
de tu sexo mojado,
con tus gemidos llenando la casa
de ese olor 
mezcla de orgasmos y vino blanco.
 
Ahora paso las horas muertas
releyendo a Wolfe o a Riechmann,
escuchando mis viejos discos
de Miles Davis y Charlie Parker,
caminando sin rumbo por los pasillos,
fumando o escribiendo como ahora,
con la tristeza vistiéndome el silencio,
con el peso insoportable
del ayer sobre el pecho.
 
Y, a veces,
si tu imagen me asalta
y ando enfebrecido
en mitad del desierto de la noche,
hago uso de mi memoria fotográfica
para complacerme,
con premeditación y alevosía,
y resarcirme
por todas las veces
que desnudas tu cuerpo
pero no es conmigo.

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