17 de febrero de 2015

NADIE BESA AL PERDEDOR




Mi vida no es un combate de boxeo,
ni siquiera me subo al ring a pelear
cuando las opciones de vencer son escasas,
siempre arrojo vencido la toalla a destiempo
convencido de que, a la larga, es lo mejor.

Mi vida no es una carrera de fondo,
ni siquiera sé si debo echarme a correr,
siempre pensé que era cosa de cobardes,
ando siempre en círculos, no tengo remedio,
soy hombre de movilidad sentimental reducida.

Mi vida no es una partida de cartas,
nunca apuesto por mí a número ganador,
no hago trampas, no escondo un as en la manga,
me es imposible fingir pasión, alegría o tristeza,
ya lo has visto mil veces, nunca sé ir de farol.

Y luego ando arrastrando mis daños
por las esquinas rotas de la tristeza,
lamentando mi maldita mala suerte,
la brevedad de las rachas de viento favorable,
la nula relevancia del papel de actor secundario.

Pero ya lo dijo una vez Lapido:
a la hora de la verdad, nadie besa al perdedor.

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