9 de septiembre de 2013

PRINCIPIO DE EXCLUSIÓN




Me preguntaste:
- Si tu cuerpo y el mío
forman uno sólo...
¿Cuánto son uno más uno?
Interesante cuestión...
Años de búsqueda
tratando de hallar la manera
de que dos organismos
pudieran llegar a unirse
en una misma forma
y aquí estamos tú y yo,
dos seres desiguales,
tan anti simétricos,
fusionados por completo,
con cada átomo de nuestro ser,
con cada protón,
con cada electrón...
Destinados a encontrarnos
en este mundo que se deshace,
con nuestros movimientos
acompasados,
rítmicos,
como el engranaje
de un reloj suizo...
Te contesté:
- Algunas veces
la respuesta  está tan cerca
como tu cuerpo y el mío,
a veces
los cálculos y las teorías
se resuelven con un "nosotros".

2 de septiembre de 2013

SEPTIEMBRE DEL 94




No te echaré de menos en septiembre,
verano muerto veré a las chicas pasar
Iván Ferreiro
La historia de mi vida.
Creo que es por eso
por lo que odio el verano,
por esas malditas historias
de amor pasajeras
que acababan cuando llegaba
el otoño,
por esas pequeñas heridas
que dejaban grandes cicatrices.
Pero ninguna como ella,
ella era especial, diferente.
Lo supe en cuanto la vi sonreír,
lo supe en cuanto miré sus ojos,
lo supe cuando, por fin solos,
nos besamos sin descanso
en el rellano de su puerta.
Pero también supe
que no sería para mí,
que nuestros destinos
se descruzaban
pasados los días.
Lo supe cuando vi marchar
su mirada verde
tras la luna trasera de un coche.
Creo que ahí empecé a ser un bufón triste.
Me atrevería a decir
que ninguna de mis historias
de amor maduro
se acercaron a lo que ella me dio.
Será por eso
que odio el verano,
será por eso que septiembre
tiene ese sabor agridulce
de los nuevos comienzos,
de los viejos fracasos.
Será por eso
que al llegar el calor
miro a su ventana
(hoy vacía)
y recuerdo su cara de luna llena.
Será por eso
que, desdiciendo a Ferreiro,
yo si te echaré de menos
en septiembre...
Mi mayor acierto,
el error que siempre
quise cometer,
mi anhelo,
mi forma de perder,
mi (desde entonces)
manera de no saber ganar.

28 de agosto de 2013

OLYUNIDISLOF (ESTA PUTA RULETA RUSA)





All you need is love...

Pero nadie me habló
de los monstruos de mi cabeza,
nadie me dijo nunca
lo jodidamente duro que sería
vivir para siempre enamorado.
Veintiún gramos
dicen que pesa el alma,
pero nadie te explica
cómo la tuya tendrá que soportar
el peso del fantasma de una ex novia,
cómo despertarás cada día
empapado en sudor
y su voz en la cabeza.

All you need is love...

¡Y una mierda!
Nadie te ayuda
cuando estás solo en casa
y te invade su recuerdo,
cuando duele saberse vivo
y sin su abrazo.
Nadie te cuenta
las veces que la verás
por la calle
del brazo de otro,
nadie te explica
que sentirás esas ganas de morir
aunque ya estés muerto en vida.

All you need is love...

Y hasta los Beatles nos mintieron,
todo lo que necesitas es amor
pero sólo si lo que quieres
es vivir encerrado
en una cárcel sin barrotes,
en un agujero frío y oscuro.
Y nos mintieron las pelis
de Tom Hanks y Meg Ryan,
de Julia Roberts y Richard Gere,
porque ellos no sufrían
y al final,
en la azotea del Empire State,
todo se arreglaba
con un beso.
Pero nadie te dice
que a veces ese beso es el último
y abrasa y amarga
como hiel envuelta en llamas,
nadie te explica
que tendrás su tacto
en las yemas de los dedos
un día
y otro día
y otro día
y otro día...

Y lo peor de todo
es que cuando por fin la olvidas,
un día,
de repente, ves a una chica
de pelo negro,
mirada triste
y una sonrisa incandescente
que ilumina el vagón.
Y entonces todo vuelve a empezar,
esta puta ruleta rusa
se pone de nuevo en movimiento
y ni siquiera piensas
que cuando aprietes el gatillo
hay una posibilidad entre seis
de que mueras
un poco por dentro.

All you need is love...

Al final va a ser verdad
eso de que somos
unos enfermos del amor,
que nos engancha y nos afecta
como una droga,
que no podemos
(ni queremos)
vivir solos...
Al final
todo se va a resumir
en que le tenemos
miedo a la soledad.

22 de agosto de 2013

DE VUELTA A CASA




A veces me pregunto
quién escribe mis poemas,
quiero decir,
que ni siquiera sé
si soy consciente
de cuando los escribo.
Como ahora,
mientras camino
de vuelta a casa
tras haberme perdido
en tu cuerpo.
Tampoco es que buscara
nada especial,
tan sólo quería
que lo supieras,
que mi mente dibuja
versos en las aceras
como hace un rato
mi lengua
los dibujaba
bajo tu ombligo.
Y ni siquiera sé
si fui consciente
de que te estaba diciendo
que si tu quieres
será para siempre.