1 de febrero de 2015

GÉNESIS, 8-11





Al principio fue el vacío, la ausencia de esperanzas y deseos, la nada infinita, la locura interminable de los días desiertos, la oscuridad cegadora que, a veces, todavía me asalta cuando me faltas.

Y se hizo la luz una tarde de noviembre. Creo que era de noche y te juro que vi salir el sol. Colores, matices y tonos que el mundo no ha conocido porque no te han visto como yo puedo verte. En aquel momento insuflaste vida dentro de mí y supe lo que era respirar.

Me llevaste a crear el universo en siete segundos, en cada una de las esquinas donde nos comimos la boca, en cada cruce de caminos donde la decisión era fácil: o tú o el mundo, sin saber que el mundo dejó de importarme en aquel instante.

Creaste el mar, el vaivén de las olas, la sal de tus besos, las cordilleras alcanzables de tus pechos, el valle fértil de tu vientre, la seguridad de tus manos cogiendo las mías como si fuera a salir corriendo... ¿Pero por qué querría huir de ti si era de barro y me hiciste de carne, si tenía perdido el rumbo y tu piel me mostró el camino?

Y creaste los animales de mi pecho, los que laten con furia y avidez cuando te pienso, los peces vivos de tu sexo que guardo en las aguas turbulentas de mis recuerdos, creaste mi futuro a tu imagen y semejanza, creaste la risa atronadora, los finales felices y, cuando todo parecía creado ya, me regalaste la magia de las noches de orgasmos infinitos hasta el amanecer y vuelta a empezar.

Ahora, desde este éxodo de tu distancia, pienso en aquellos a los que les mostrarás que es posible hacer de una cama el paraíso y no prestarán atención más que al placer efímero, porque no pueden hacerte feliz aquellos que creen que eres un ser humano corriente, sólo puede lograrlo aquel que te vio levantar el cosmos aquellos días, que sabe que puedes dar la vida y que espera, sin importar cuánto tiempo pase, que sigamos escribiendo esta historia, nuestra historia.

Sentados al borde del eterno amanecer que nos aguarda juntos, te regalaré días de primavera en tus caderas y, para fundirnos en un sólo cuerpo, abriré tus piernas y te comeré con lujuria, entraré en ti a diario para que el eco de tus gemidos recorra planetas, astros y lunas, para que permanezca indestructible la onda expansiva de nuestro big bang íntimo y único.

Todos los demás que se vayan al infierno, a ellos sí les tocará vivir el apocalipsis de tu desmemoria, se estrellarán en el impenetrable muro de tu corazón único y mágico, sufrirán el invierno de tu olvido y serán absorbidos por ese agujero negro donde se pierde aquello que no está destinado a ser para siempre.

28 de enero de 2015

YO TE GUARDO EL SITIO




Ahora que te vas,
que te alejas,
que te marchas de mi abrazo
como una brisa buscando
nuevos rostros a los que besar,
como un ave que ha sanado
sus alas rotas
y ansía probarlas,
volver a sentirse libre.

Ahora que te vas
y veo tu espalda ya a lo lejos,
que aún puedo aspirar tu perfume
y mis manos aún guardan
tu tacto
como quien conserva un tesoro,
como quien ha tocado la gloria
y no quiere olvidar nunca
esa maravillosa sensación
de euforia.

Ahora que te vas,
que te observo andar, decidida,
que siento aún la tibieza de tu voz,
como quien ha escuchado
cantar a las sirenas
y ha dirigido su timón
contra las rocas,
como quien vive enamorado del silencio
y de repente nada le sirve
salvo tus palabras.

Ahora que te vas,
que has decidido soltar los lazos
invisibles que nos unen,
que te llevas la luz del día
de tus ojos,
el calor de la primavera de tu ombligo,
el fuego mojado
de tu sexo en mi boca,
que no miras atrás
como quien no tiene cargo de conciencia
ni le pesa el equipaje.

Ahora que te vas,
espero que encuentres lo que buscas,
que la vida te dé
lo que yo no pude darte,
que el destino te guíe
a playas de arena blanca y aguas tranquilas,
que alcances tus metas y tus sueños.

Pero aún así, ahora que te vas,
si decides volver tus pasos,
lanzarte en brazos
del calor del hogar,
del refugio seguro que no ata,
del chiste malo a deshoras
y la risa imparable,
si te animas a intentar
batir ese record de orgasmos
por noche,
si decides volver a casa...

La puerta estará siempre abierta,
nunca me gustaron las prisiones
y no hay barrotes ni alambradas
que detengan la libertad de tu sonrisa,
el huracán salvaje de tu pelo,
el vaivén sensual de tus caderas.

Ahora que te vas,
que seas feliz, que nunca temas.
Yo te guardo el sitio.

21 de enero de 2015

DE VIENTO




Está hecha de viento, seguro,
porque al llegar a mi vida
abrió de par en par balcones
y ventanas
y, a pesar de ser fugaz
como una tormenta de verano,
aún no he sido capaz de cerrarlas.
La brisa que dejó a su llegada
aún acaricia mi rostro
y si cierro los ojos recuerdo su aroma,
lo echo de menos como se extraña
el olor a tierra mojada de los días de lluvia.
Qué queréis que os diga,
que con ella todo era distinto:
Follábamos con la furia del fuego
y el ímpetu de dos animales heridos,
nos besábamos como estallan las olas
contra las rocas un día de temporal,
nos tocábamos con la calma
que da saberse seguros y a salvo
y cuando, durmiendo,
apoyaba su cabeza en mi pecho
cualquiera hubiera dicho que,
cada una de sus respiraciones
era el compás de mis latidos
y nuestros cuerpos encajaban
en la cama
como exactas piezas
de un puzle hecho de piel y deseo.

Y eso era amor de verdad,
cualquier cosa pasada
había sido una completa
pérdida de tiempo.

6 de enero de 2015

FOLLARNOS




Follarnos despacito,
como dos amantes que se regalan la vida,
que se saben vencidos al juego del amor,
que se conocen de sobra
pero cada día descubren algo nuevo,
un punto que aún no se han tocado.

Follarnos despacito,
como caen las hojas de los árboles,
meciéndote al son de versos que aún
naufragan sin ser vistos en el fondo de mi boca,
como la suave brisa del mar
o el arrullo del viento en la ventana.

Follarnos despacito,
dejando la prisa a un lado de la cama,
volando juntos como restos de una nube,
sin pensar ni un momento en el mañana,
sin la urgencia de tener que dejar, veloces,
la seguridad protectora del colchón.

Y follarnos,
follarnos hasta que los rayos de sol
le dibujen sombras a tu espalda,
follarnos hasta que le sangren los ojos al destino,
follarnos hasta la llegada del fin del mundo
a la piel suave de tus pechos.

Follarnos como se lamen las heridas dos perros,
como se busca el sentido de la vida:
despacio, sin freno, sin pausa, mil veces,
haciendo sonar nuestros cuerpos en el vacío,
rompiendo normas, reglas y conjuros...
Pero follarnos.