10 de mayo de 2015

NUESTRO ÚLTIMO VUELO




Conoces todo de mí, sabes de memoria el camino a mis secretos, el baúl donde guardo esos miedos que nunca cuento pero que me habitan, que nadie ha visto excepto tú.

He viajado a muchos cuerpos, he facturado mis maletas en demasiados aeropuertos, cargando de más el equipaje de mano para no suponer un obstáculo durante los vuelos, me he bajado en marcha demasiadas veces, aunque afortunadamente nunca ha fallado el paracaídas y he tocado tierra sin dejar mi rastro de forma innecesaria.

Pero contigo no, contigo fui incapaz de esconder nada, antes de despegar pasé por la aduana todo mi ser, introduje mi vida en el escáner de tus ojos y tu alma y te dejé verme tal y como soy.

Quizás no haya sido el vuelo más inolvidable de nuestras vidas, quizás hayamos tenido algunas turbulencias, momentos de pérdida de altura... Pero ha sido bonito.

Llegado el momento del aterrizaje me bajo de tu vida con una sonrisa, sabiendo que dejo atrás una parte importante de mí que queda a buen recaudo, sabiendo que tu terminal es casa siempre que lo necesite, que te tengo y me tienes, que nos tenemos.

Tal vez no como imaginamos aquella primera vez que volamos juntos, pero paso a paso hemos podido crear un puente aéreo que está listo para ofrecer vuelos regulares en primera clase a dos personas que se quieren sin importar nada más, que no se han puesto condiciones ni letra pequeña, que no necesitan pasar detector de metales (ni de mentiras) porque se han aprendido de memoria y se han confiado la vida, pero que no han cerrado sus pistas al resto de vuelos porque vivir es eso: un continuo ir y venir de las nubes, viajes de ida y vuelta a otras vidas, retrasos y aterrizajes forzosos, quizás vuelos de larga distancia, el jet lag al bajarse en alguna ciudad exótica y tal vez, sólo tal vez, algún viaje sin retorno, algún día.

Lo que quiero decir es que te cuides, que abras bolsos de mano en otros aviones, que vigiles quién te transita pero que no seas demasiado estricta en los controles de seguridad, porque un corazón nunca se sabe cuándo va a acabar rindiendo las armas y diciendo que ya es suficiente, que ya ha llegado al destino. Que tú y yo no hemos sido ciudades del amor sin billete de vuelta, pero siempre seremos ciudades de paso, de negocios, de ocio y tiempo libre, de viajes como amigos y, si el destino es propicio, hasta de viajes del Imserso.

Esta es la última vez que te traigo a mí de esta manera, que mis controladores echan de menos tus vuelos nocturnos, que maniobro con mis auxiliares de pista en tus cercanías y anhelo una vida a tu lado.

Pero basta de metáforas, que la vida nos lleva siempre por caminos raros, que diría la canción, y que bastante dura es ya como para transitarla sin una mano amiga. Que vivas, que disfrutes, que vivir es eso, un continuo ir y venir de las nubes, que fuiste musa y amiga, que te quedes como amiga, que como musa visites otros mundos, que lleves siempre tu sonrisa como bandera, que aquí dejo siempre la luz encendida, que siempre hay un oído para ti, que aquí cierro, con un punto y aparte, este capítulo de nuestras vidas. 

Que éste será (esta vez sí) el último poema que me inspiras y éste de aquí...

el último verso que te escribo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario