20 de septiembre de 2013

EMIGRANTE (ELEGÍA DE ANNIE BOTTLE)






A mis amigos, ahora emigrantes

Cerró la puerta por última vez,
acariciando su madera
con la mirada agachada,
bajó las escaleras sin prisa,
parando en cada rellano.
Sus ojos se entornaron
al llegar a la calle,
no tanto por el sol de agosto
como por esas lágrimas
que ahora asomaban.
Pensó en su madre:
¿Quién le llevaría flores ahora?
pensó en su infancia,
en su primera novia...
Recorrió de carrerilla,
mentalmente,
cada rincón de su barrio,
cada arteria:
Lucientes,
Sierpe,
Mediodía Grande,
La Cebada y sus conciertos,
la calle Toledo,
el paseo de los Melancólicos
y su Vicente Calderón.
Volveré si ganamos la Champions.
En un suspiro dejó escapar
un tímido "hasta pronto"
con la esperanza puesta
en que no fuera
un "para siempre".
Y cuando quiso darse cuenta...
Mar de Cristal
y muy pronto el avión
y su nueva vida.
Mientras despegaba
reclinó el asiento
y se dijo que hacía lo correcto,
un país que antepone los bancos
a sus habitantes,
que apuesta por unos juegos olímpicos
en tiempos de los juegos del hambre,
un estado que se desangra cada día
perdiendo ciudadanos
bien merece un "hasta nunca"...
Mi ciudad...
Ese ayuntamiento de 440 millones,
sus 255 coches oficiales,
su relaxing cup of café con leche...
Y entonces se acordó de esa frase
que tanto decía su abuela:
¡Adiós Madrid, que te quedas sin gente!

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