18 de enero de 2013

COLCHONES EXTRAÑOS


Aquel portazo sonó como si se rompieran las esquinas de mi corazón,
como si la lluvia entrara a borbotones por las grietas de mi alma
y alguien hubiera puesto clavos en mis zapatos para que no corriera
a buscarte.

Abrí la ventana y dejé entrar al viento, por si aquello de que
cuando una puerta se cierra, se abre una ventana fuera cierto y algún rayo de sol perdido viniera a anidar en mi colchón,
o la luz de la puta luna reflejara unos ojos que no miraran con desprecio.

A pesar de todo, tu lado de la cama sigue virgen desde que te marchaste
y lo único que he conseguido ha sido pasar noches en colchones extraños,
que no tenían recuerdos y en los que hube de inventarme
el olor a mujer que yo quiero.

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