Ahora que te
vas,
que te
alejas,
que te
marchas de mi abrazo
como una
brisa buscando
nuevos
rostros a los que besar,
como un ave
que ha sanado
sus alas
rotas
y ansía
probarlas,
volver a
sentirse libre.
Ahora que te
vas
y veo tu
espalda ya a lo lejos,
que aún
puedo aspirar tu perfume
y mis manos
aún guardan
tu tacto
como quien
conserva un tesoro,
como quien
ha tocado la gloria
y no quiere
olvidar nunca
esa
maravillosa sensación
de euforia.
Ahora que te
vas,
que te
observo andar, decidida,
que siento
aún la tibieza de tu voz,
como quien
ha escuchado
cantar a las
sirenas
y ha
dirigido su timón
contra las
rocas,
como quien
vive enamorado del silencio
y de repente
nada le sirve
salvo tus
palabras.
Ahora que te
vas,
que has
decidido soltar los lazos
invisibles
que nos unen,
que te
llevas la luz del día
de tus ojos,
el calor de
la primavera de tu ombligo,
el fuego
mojado
de tu sexo
en mi boca,
que no miras
atrás
como quien
no tiene cargo de conciencia
ni le pesa
el equipaje.
Ahora que te
vas,
espero que
encuentres lo que buscas,
que la vida
te dé
lo que yo no
pude darte,
que el
destino te guíe
a playas de
arena blanca y aguas tranquilas,
que alcances
tus metas y tus sueños.
Pero aún
así, ahora que te vas,
si decides
volver tus pasos,
lanzarte en
brazos
del calor
del hogar,
del refugio seguro
que no ata,
del chiste
malo a deshoras
y la risa
imparable,
si te animas
a intentar
batir ese
record de orgasmos
por noche,
si decides
volver a casa...
La puerta
estará siempre abierta,
nunca me
gustaron las prisiones
y no hay
barrotes ni alambradas
que detengan
la libertad de tu sonrisa,
el huracán
salvaje de tu pelo,
el vaivén
sensual de tus caderas.
Ahora que te
vas,
que seas
feliz, que nunca temas.
Yo te guardo
el sitio.
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