Siempre he tenido un miedo visceral
a los nuevos comienzos,
a eso de enamorarse una y otra vez
sin llegar a abrir la puerta correcta.
Sin embargo encontré la llave maestra
y con ella no hay lugar de tu casa
que no conozca,
contigo la palabra hogar
adquiere un nuevo sentido.
Esta vez las señales son claras,
por una vez creo que la suerte,
esa ramera con cara de viciosa,
me ha mirado y me ha sonreído.
La verdad es que nunca entendí
que París fuera la capital del amor,
pero es que ahora el amor sólo lo encuentro
si me rodean tus brazos,
me invade la ilusión y la alegría
si el único camino que merece la pena recorrer
es el de tus piernas abiertas.
Ahora cuando pienso en ti
veo París como una ciudad en ruinas,
sin ti la Torre
Eiffel
es un feo amasijo de hierros oxidados
y el Moulin
Rouge
una vulgar casa de putas
sin glamur ninguno.
París, el amor, la suerte esquiva... Buenos ingredientes para un poema compañero!!
ResponderEliminarUn abrazo desde el Taller :)