Llegas
vestida de recuerdos
y
me ofreces el calor de tu abrazo,
vienes
después de un parón
de
diez años y me regalas
caricias
y besos de madrugada.
Vienes
y a mí me parece que llegas
con
la lógica de la primavera,
con
esa locura sin sentido
de
quien ha perdido algo
y
se lanza desesperado
a
encontrarle repuesto.
Vienes
con tristeza en los ojos
y
yo en los míos tengo campos
yermos
y secos de quien ha agotado
su
cupo de llantos.
Y
sé que podría aprovecharme
de
tu situación, de tu ser vulnerable,
sé
que podría trazar una venganza
cocida
al fuego de dos lustros,
sé
que podría estar bien,
que
hasta podría funcionar y ser
como
el brote verde en la maceta
del
olvido.
Pero
aún así,
ahora
mismo no te necesito
ni
encuentro restos de la hoguera
que
ardía con tanta fuerza
cuando
éramos como Mickey y Mallory,
asesinos
natos del tiempo
y
la distancia.
Así
que ni siquiera me preguntes
cómo
estoy,
sal
de mi vida de la misma forma
que
aquel noviembre: de un portazo.
Y
no vuelvas
si
no quieres que el monstruo del rencor
te
corroa el alma y caigas
por
intratables precipicios
como
ya cayó este que te habla.
Llévate
tu verano y deja que me habite
el
invierno que tanto me gusta,
dale
tu calor a otro que lo necesite
y
sé feliz…
conmigo
no lo seríamos ninguno de los dos.
Dios! César, este poema es muy bueno, es espectacular! Enhorabuena compañero!!
ResponderEliminarUn abrazo :)
Pelos de punta. Nada más que decir, muy grande César.
ResponderEliminarUn abrazo :)
:) impresionante
ResponderEliminarExcelente trabajo .Felicidades hermano.
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