Me pierdo
entre tantos
lugares ajenos,
entre tanto
recuerdo lejano,
donde el corazón
habitaba
los rincones que
la memoria
había dejado
vacíos…
No bastaba
con dejar correr
el motor del reloj,
con no mirar atrás
y cerrar los ojos.
Se hacía necesaria
una pausa,
un descanso
emocional sin “peros”
y sin condiciones.
Volvimos a retomar
la rutina de leer
entre líneas,
la rutina de
escuchar caracolas,
de maldecir al
pasado
y a ser
conscientes de que el tiempo
jugaba
en
otro
equipo.
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