15 de julio de 2014

COMO SI YO VOLVIESE A IMPORTARTE



"Cariño, acércame el beso
que quedó encima de la mesilla" 
César de Centi

Esta mañana al abrir los ojos
volví a verlo claro,
ya sé que te lo digo cada día,
que en estos dos años a tu lado
no hay un solo amanecer
en que no lo hayas escuchado:
estás preciosa cuando te despiertas.
Y me miraste medio dormida
y volviste a sonreír,
como siempre,
con esa sonrisa que hace
que se acaben las guerras
que cambie el curso de los ríos,
que mirar a la luna
pierda interés porque no podría igualarte.

Tomamos café,
solo,
cargado,
somos dos personas valientes
y el día no sabe igual sin tus besos
y sin una buena taza de café temprana.
Hoy cogemos tu coche,
te llevo al trabajo
y después lo llevo a pasar la ITV.
Ni siquiera sé cómo sigue arrancando
con la cantidad de años
que tiene encima,
supongo que debe ser difícil renunciar
a sentirte dentro una y otra vez.
Tú mantienes vivo a ese coche
al igual que haces latir mi corazón.

Te veré esta noche.
Creo que hoy echan una buena peli
en la dos,
compro cena en el vegano
antes de volver a casa
y la vemos juntos en el sofá.
No te aburras mucho esta tarde,
te echaré de menos.
Y verte bajar y alejarte cada mañana
es la mayor tortura que conozco
y sin embargo
no quiero dejar de verte marchar
a diario
si al llegar a casa
después de una horrible tarde
me esperan tus labios.

-Hola amor,
¿Qué tal el día?
¿Has pensado en mí?-
A cada minuto.
Porque no hay un solo instante
en que no dibuje tu mirada
en todos los versos que escribo,
en todas las calles que recorro.
-¡Qué buena la peli!
¿No crees?-
Pero no me importa ninguna
si no las veo contigo en mis brazos.

Al final te has dormido
antes de ver cómo acaba.
Tranquila,
mañana te lo cuento y la comentamos.
Y te llevo en brazos a la cama,
me da miedo despertarte
por eso tengo muchísimo cuidado
para no hacer ruido
ni chocarme con nada.
Me recuesto a tu lado,
sonríes
y el mundo se para.
-Abrázame-
me dices entre dientes.
No hay nada como dormir
abrazado a ti.

Esta mañana al abrir los ojos
volví a verlo claro:
otro día más soñando contigo
y seré incapaz de levantarme
y seguir adelante.
Me paso el día
combatiendo tu olvido
para que llegues tú
y te cueles sin permiso en mi cabeza cada madrugada,
como si fuera tuya,
como si mi vida te abriera sus puertas
para que volvieras a entrar,
como si no me hubieras devuelto aquel juego de llaves,
como si no me hubieras dejado claro
que habías levado el ancla
y surcabas el mar en busca de otros puertos
donde el amor no fuera el precio a pagar
para ser feliz,
como si yo volviese a importarte
y sé que no.

4 de julio de 2014

DEBÍ HABER APRENDIDO A VOLAR




Supongo que nuestra historia venía cargada de defectos desde el primer momento.
Nos unía la tristeza y el hastío hacia el mundo, las turbulencias de viajes pasados
y algún que otro aterrizaje forzoso que hizo que dudáramos de todo,
que maldijéramos al destino como quien reniega de una religión que no le colma.

Yo llegaba cansado de aeropuertos y tú venías vacía de sueños y esperanzas,
una combinación perfecta pero inestable, como esos elementos opuestos
que parecen mezclarse milimétricamente pero que al dejarlos un rato en reposo
parecen establecer una frontera física e insalvable que los separa.

Como dos locos temerarios nos sentamos en asientos contiguos,
sin hacer caso a las normas nos dejamos sin abrochar los cinturones
y desde el despegue parecía funcionar, a ti las alturas siempre se te han dado bien
y yo me suelo hacer el valiente cuando lo que me sostiene son tus manos.

Debí imaginar que huirías cuando entrara en pánico, cuando sacara a relucir
todas mis inseguridades, mis miedos antiguos, mi yo fóbico y trágico.
Y no te culpo por cambiarte de asiento en mitad del vuelo,
nadie quiere de compañero de viaje a ese maniático hipocondríaco
que se siente abandonado cada vez que te levantas para ir al baño.

Supongo que transcurrido el tiempo tú seguirás viajando por los aires
pero yo habré cambiado las alas por raíles o asfalto, siempre me gustó
sentirme cerca del suelo aunque a veces parezca que vivo en las nubes.
Caminaré, como de costumbre, con pies de plomo mientras que tú
mantendrás tu encanto infinito suspendido en un cable y lo peor de todo
es que no sabré a ciencia cierta quién de los dos se aferraba más a la realidad.